Reemplazo de un servicio de agua de plomo

No puede verlo. No puede sentirlo. Sin embargo, el efecto del plomo presente en el agua potable puede ser devastador.
 
“El plomo es un contaminante oculto”, afirma Joe Grande, gerente de calidad del agua de Madison Water Utility (Empresa de Servicio de Agua de la Ciudad de Madison). “Hay una creciente preocupación en la industria del agua... Venimos hablando de plomo desde hace ya dos décadas, y se ha hecho muy poco desde la perspectiva de muchas personas”.
El problema del plomo en el agua potable se remonta a más de un siglo atrás, cuando las ciudades de los Estados Unidos florecían y las empresas de servicio de agua estaban muy ocupadas conectando hogares a los nuevos sistemas de agua municipal. Antes de mediados del siglo XX, las tuberías que se utilizaban para conectar los hogares con las cañerías principales casi siempre eran de plomo (Madison terminó con esa práctica en 1928). Hoy en día, esas viejas tuberías de agua se conocen como “cañerías de plomo”, y permanecen en uso en casi todas las principales ciudades. En casi todas las ciudades, excepto Madison.

 “Madison es ahora el ejemplo de lo que hay que intentar y a lo que hay que aspirar”, afirma la ingeniera química y consultora independiente Abigail Cantor, quien trabajó en el problema de las cañerías de plomo de la ciudad en la década de 1990. “El nombre de Madison se escucha en todos los rincones del país cada vez que hay un debate sobre plomo y cobre. Siempre se nombra a Madison”.

Eso es porque, hace 15 años, Madison dio un paso inusualmente audaz en la batalla contra el plomo. En 2001, Madison Water Utility lanzó su programa de reemplazo de cañerías de plomo de la red orientado a reemplazar físicamente todas y cada una de las tuberías de plomo conocidas de la red de la ciudad, que ascendían a más de 8,000 en total. Este emblemático programa tomaría 11 años en completarse y costaría $15.5 millones. Hoy en día, mientras la Environmental Protection Agency (Agencia de Protección Ambiental, EPA) trabaja para revisar su normativa sobre plomo y cobre, de 25 años de antigüedad, que regula la presencia de plomo en el agua potable, Cantor afirma que la experiencia de Madison es una parte importante del debate.
 
“En las propuestas para la nueva normativa, se pone énfasis en que todos cambien las cañerías de plomo de la red. Creo que eso es bueno. Reconocen que hay barreras legales y, a veces, políticas, y van a trabajar a nivel nacional para encontrar una manera de superarlas a fin de que cada sistema pueda tener esta oportunidad como Madison”.
 
“Es un gran triunfo. Saber que las cañerías de plomo de la red son la fuente principal de plomo en el agua potable y hacer lo posible para eliminarlas... Estamos a años luz de otras empresas de servicio de agua”, explica Grande.
Según Grande, el problema del plomo en el agua potable se ha eliminado casi por completo en Madison gracias al programa. Eso es algo de lo que pocas ciudades se pueden jactar.
 
“Fue algo que la empresa y la ciudad decidieron que era importante hacer. Al final, creo que van a presionar a las empresas de servicio de agua en esa dirección... Ahora sabemos cuáles fueron los costos. Sabemos cuáles fueron algunos de los obstáculos. Pero también sabemos cuáles son los resultados positivos”.